En defensa de la ficción

Hoy alzo la voz por todas aquellas historias inventadas que han caído bajo sospecha de realidad…

Hace unos años tuve una relación intensa y tormentosa con un poeta. A los pocos días de haber terminado con él, dolida y con las lágrimas siempre a punto de hacer su odiosa aparición, conocí a una mujer que por casualidad resultó ser la mejor amiga de una antigua pareja de mi ex.

La susodicha chismosa para hacerme sentir mejor preguntó, en el tono más serpentino que pudo: “¿Tú sabes que todos los textos que E escribe son anécdotas, no invenciones?” Tal afirmación me hizo sentir aliviada (tenía 25 años y todavía creía en la fidelidad): me había librado de un tipo promiscuo, que carecía de la imaginación necesaria para decirse escritor y, además, usaba a sus parejas como musas accidentales, aprovechándose de su circunstancia de artista de paladar hendido y voz sensual.

Tiempo después, metida en otra relación intensa y tormentosa con otro poeta, en algún momento me vi recibiendo una llamada de mi recién adquirido novio para preguntarme, con los celos y el enojo bailando salsa en su garganta, a quién le había escrito el poema que publiqué en Facebook. (En ese instante pensé en E y me sentí apenada retroactivamente por haberle creído a la metiche mejor amiga de la ex.)

Con toda la calma y la inocencia del mundo le expliqué que ese poema tenía escrito muchos años (léase, antes de conocerlo a él) y que no se lo había dedicado a nadie en particular. Le dije que, por si no lo recordaba, yo soy escritora y me dedico a crear textos de ficción; también le solicité que se relajara y no pensara de más cuando publicara algo, porque si no, corría el riesgo de volverse loco.

Para no hacer el cuento (sic) muy largo diré que una de las tantas razones por las que terminé con él fue precisamente esa: empecé a postear poemas y frases con miedo, por temor a que él malinterpretara y termináramos en una discusión interminable, él acusándome y yo defendiéndome por ser quien soy.

Soy escritora de ficción, lo que quiere decir que vivo para inventar historias para el entretenimiento, placer y provocación del lector. Ya sea en lágrimas, risas o furia, mi trabajo es entrometerme en los sentimientos, sensaciones y reacciones de quien posa sus ojos en mis letras.

En ocasiones el génesis de mis ficciones es resultado de mi estado de escuchadora sin remedio de conversaciones ajenas; otras veces un olor, una visión, texturas, son lo que detona esa serie de palabras ordenadas de una manera única dentro de la infinita combinación de letras que existen en todos los idiomas; también pasa que de los sucesos impactantes de mi experiencia tomo semillas que germinan en invenciones, como injertos de dos tipos de flores que dan como resultado especies exóticas y maravillosas, lo que me hace saber que hay poemas que también son orquídeas o cuentos bonsái.

Por eso hoy, además de huir despavorida de los intentos amorosos de los poetas, vivo una cruzada en defensa de la ficción, de la libertad de crear con todos los marcos de referencia posibles sin que el artista tenga que preocuparse por lastimar novias (o novios) celosos ni herir susceptibilidades. Y para que los lectores dejen de pensar que los protagonistas de nuestras novelas somos nosotros.

Hoy alzo la voz por todas aquellas historias inventadas que han caído bajo sospecha de realidad; el porcentaje de vivencias personales incluidas en cada narración o verso es decisión del autor.

El escritor tiene derecho a escribir sin dedicatoria, con libertad.

 

 

P.D. Ningún poeta fue lastimado en la redacción de este texto.

6 Comentarios

  1. UNA REFLEXIÓN MUY APROPIADA PARA LOS LECTORES, ALGUIEN ANOTO CON MUCHA SABIDURÍA “… SOY RESPONSABLE DE LO QUE ESCRIBO, NO DE LO QUE TU ENTIENDAS …” GRACIAS INFINITAS POR EL TEXTO

  2. La eterna pregunta: ¿esto realmente pasó? A veces más que complicado de explicar es que no creen que podamos crear una ficción. Por eso mejor escribo ciencia ficción, no creo que con ella se imaginé que lo escrito me pasó je. Bueno, experimenté un poco con ella en algunos cuentos.

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