Para decir adiós…

Hay días buenos para decir adiós. Días convenientes para despedirse, para continuar la vida sin ciertas cadenas. Hoy es uno de ellos: el cielo acumula agua en los lagrimales, la misma que esta mañana mis ojos sí convirtieron en tormenta.

Los días para decir adiós no suelen ser soleados, pero sí cálidos: así el viento se convierte en el par de brazos que la despedida esfumará del repertorio. Los días para decir adiós son irreversibles, más que los días para empezar; se quedan marcados en el calendario con tinta invisible para ojos ajenos, pero fluorescente para quien llevó a cabo la acción de desprenderse.

Los días para decir adiós son justo como hoy. Son esos que nos levantan los pies del suelo hacia direcciones y pupilas nuevas. Son días que borran el camino que vas dejando atrás e iluminan el sendero que aparece debajo de los pies mientras avanzas.

Los verdaderos días para decir adiós son caldo de cultivo para una despedida contundente, luminosa y sin retorno: como hoy.

 

2 Comentarios

  1. Hola Mónica, apenas comienzo a leerte y me siento cautivado por tu estilo. Que tengas una buena vida, tanto como eso sea posible en este mundo. Saludos.

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