Fernanda Melchor es, para mí, la mejor escritora mexicana de los últimos años, por eso en cuanto salió su nuevo libro, Páradais, me dispuse a leerlo.
Páradais es breve, de brutal densidad. No es una obra amable. Cuenta la historia de Polo, un adolescente que trabaja como jardinero en un conjunto residencial veracruzano, donde coincide con Franco, otro adolescente, nieto de una pareja de residentes del fraccionamiento. Los une la miseria, económica de uno, emocional y familiar de ambos, la violencia con que ambos han sido tratados y las fantasías eróticas de Franco contra la señora Marián, la nueva vecina.
Páradais está narrada para que el lector no tenga un respiro. Su estructura te impide soltar el libro para ir al baño o servirte un vaso de agua. Al empezar a leer caes en las garras de la autora que creó una novela con la precisión del cuento. No es fácil encontrar un libro en el que no sobre ni falte una palabra, una idea, una imagen, un personaje, y por eso leerlo resulta un placer y un martirio al mismo tiempo.
Tanto así que confieso que la noche correspondiente al día en que lo leí soñé con Polo, Marian y Franco, y eso es algo que no me sucedía desde el Raskólnikov de Dostoievski.