Historias de Clítoris 3

La creencia popular de que no solo de placer se vive no aplica para mí. Yo soy el placer. Existo para el placer. Provoco nada más que placer (y distracciones, como a Mónica, que a veces debe suspender por algunos minutos la redacción de sus cuentos, novelas, poemas o columnas para atenderme; puedo ser algo demandante).

En esta ocasión quiero contarte, sujeto a veces objeto que me atiende con los ojos, la historia de cuando conocí a uno como yo.

Antes de esa noche memorable yo nada más los había visto en las películas porno, los hoteles nudistas, los bares swinger y alguna ocasión en un show de sexo en vivo en un antro de mala muerte de Ámsterdam. Los del club nocturno holandés y los de las películas porno déjame decirte que son muy distintos a los de los desnudistas amateurs o los concurrentes a los lugares de amor libre, que no están bien iluminados para la toma o no fueron elegidos en un casting, sino son como los de tu esposa, tu novia, tu mejor amiga, tu jefa. O como yo.

Pedro y Celeste llegaron a las ocho de la noche. Mónica y su amante los esperaban con una botella de champagne enfriándose y ellos calentándose. Entraron de jeans y chamarra, ella corrió al baño, salió con un vestido rojo muy entallado y unos tacones de plataforma. Mónica traía una túnica casi transparente, sin nada debajo, para dejarme ser testigo del encuentro. Descalza.

Se saludaron con besos, abrazos y las presentaciones pertinentes. Mónica ya conocía a los invitados, había jugado sola con ellos. Para su enamorado era la primera vez. Suele suceder que las fantasías sexuales son más agradables en la imaginación que en la realidad. El galán de mi dueña y ella intentaron hacer travesuras en otras oportunidades con resultados desastrosos: mujeres muy abiertas que terminaban celosas de que sus novios me tocaran, erecciones fallidas, parejas con deseos disparejos. Mónica sabía que Pedro y Celeste eran garantía.

Sirvieron el champagne. Comenzó la plática. Que si todo bien con la pandemia, el trabajo, el clima, la poesía erótica. Al vaciar la primera copa la conversación pasó a tratar límites e intenciones eróticas para las próximas horas. Al vaciar la segunda copa abandonaron los sillones: Celeste y Mónica se pusieron a bailar.

Yo palpité como cuando quiero llamar la atención de mi portadora. Ella me respondió dejándose quitar la túnica por Celeste, quien también se desvistió y botó los zapatos para estar más cómoda. Los señores las miraban desde el sillón. La mano de Celeste de pronto me buscó; la de Mónica buscó a mi colega entre los labios de Celeste. Se besaron, restregando tetas, vientre y entrepierna en el cuerpo de la otra. El anfitrión sugirió encaminarse a la recámara.

Se intercambiaron. El de Mónica con Celeste, el de Celeste con Mónica. Yo recibí lengüetazos, huellas dactilares. No sabía lo que estaba pasando del otro lado de la cama king size con edredón negro y tampoco era que me interesara demasiado. A Mónica evidentemente sí, porque de pronto abandonó la lengua de Pedro para acercarse al otro par de entes lujuriosos que se gozaban. Tomó a Celeste de la mano, le sacó a su compañero del cuerpo y la acostó. Se abrazaron.

La cadera de Mónica buscó la cadera de Celeste; yo a mi camarada. El primer toque, el de reconocimiento, inquietó un poco a Mónica. La hice impulsarse de nuevo y más y más y más. Los hombres en la habitación desaparecieron. Desapareció Celeste. Desapareció Mónica. Para mí solo quedamos Clítoris de Celeste, suave y duro, húmedo y ligero como el pétalo de una rosa, y yo, hasta el orgasmo simultáneo y mi consiguiente descubrimiento de una nueva adicción.

Y colorín, colorado, el resto es leyenda. Por lo menos para mí.


*Columna originalmente publicada en la revista Vértigo Político.

Poderosa…

Soy poderosa. En mí habitan todas las mujeres de mi historia: las que aman, las que odian, las que lloran, las que ríen a carcajadas, las que gozan, las que sufren, las que viven, las que desean morir.

Sin embargo, este fragmento de historia que me toca; este cuerpo que habito, esta mente que me habla, este corazón que a veces me rige y otras tantas yo domino, esta voluntad que me lleva y trae me pertenecen, y por eso hoy me libero de miedos herencia, hoy me libero de inseguridades forasteras y vuelvo a ser esa niña que algún día se miró al espejo con orgullo, antes de que el mundo la convenciera de ser inadecuada. Y soy esa mujer plena que jamás duda de sí misma ni de sus emociones y cuestiona sus propias ideas para crecer.

Soy poderosa. En mí habitan todas las mujeres de mi historia. En mí habito yo.

Y todas juntas somos invencibles.

Mónica Soto Icaza

#PorUnaVidaSexy


Foto: Sinhué Villalobos

Duelos, renuncias, lejanías…

“También el alma tiene lejanías…”

Francisco A. De Icaza

De eso está confeccionada la vida. De bocacalles con múltiples destinos que se borran en el mismo instante en que ponemos los pies en el camino de nuestra elección. Así, el tú que serías si hubieras tomado otro rumbo muere en ese instante, y nace otro tú, el que calza tus zapatos y responde al llamado de tu nombre.

Algunas renuncias están hechas con fuerza de voluntad, pero también existen los duelos impuestos, esos que por más que te resistes no son opción tuya. Esas lejanías suelen ser las más dolorosas, las que te hacen manejar tu corazón con pinzas al rojo vivo, las que al final de cuentas moldean tu experiencia en algo más fuerte y que se parecen mucho más a ti que cualquier otro de los esqueletos externos que vas desperdigando por donde pasas.

Eso me sucedió al divorciarme, cuando llegué a este departamento de piso de madera y paredes blancas, muy altas, construido el mismo año en que las bombas atómicas culminaron con la Segunda Guerra Mundial.

Por eso es tan importante esta noche, mi última aquí, en este sitio que me sirvió de refugio para volver. Por eso hoy imaginaré mi cuerpo en esos hombres que creyeron poseerme y terminaron siendo ficciones para deleite de mi memoria. Bien lo dijo alguien alguna vez: cuando me conoces no sabes si terminarás siendo uno de mis personajes.

Aquí dejo los torrentes que caían de la espalda de Tristán al agarrarme de la cadera para poseerme hasta hacerme gritar; se quedan también los dedos como pinzas de Bastián en mis pezones; Uriel y nuestros espasmos en el sillón de la sala y la forma en que corría al baño después porque le daba asco el semen, trauma legado de siete años en un seminario en Italia; Cillian y sus problemas matemáticos escritos con plumones de colores en la piel de mi espalda; las mordidas en la espalda del Limerente; los dedos de Oswaldo provocándome el primer squirt de mi vida; Yan y sus 1.60 y su enseñanza de que la correlación entre el tamaño del pie y el miembro viril es una leyenda urbana; la mirada enamorada de Brais, llena de dudas certeras y de tanto miedo; el coraje acumulado de Lisandro que se convirtió en lujuria; Cedric y su piercing y su lengua y su cuerpo caliente junto al mío; la ternura de Acfred, con la perfecta combinación de seducción; el arrepentimiento de Agni, con su olor a sudor y ropa limpia que pasó de provocarme deleite a causarme repulsión; la espontaneidad de Ulises, mi único one night stand; los músculos de Areu, que llegó con un líquido para provocarme estallidos y huyó despavorido de amor; el chorro de Colombia y la manera en que temblaba porque “nunca me lo habían agarrado así”; el “todavía estás en mi top three” de Catriel, que volvió a hacerme el amor para que yo quisiera que fuera la última vez; los músculos de Rímper, con sus reparos y su magia para convertirme en cascada; Axel y sus masajes de pies a cabeza, que me dejaban semi dormida y lujuriosa; y el último orgasmo que tuve sobre esta cama, confeccionado con las yemas de mis dedos y la voluptuosidad de mis recuerdos.

En mi bocacalle particular decidí no volver a ser la esposa, la mujer a la que los demás le tengan consideración especial porque es la pareja de alguien. Sé bien que en mis elecciones borré mis huellas de ese camino para siempre. Sé que habrá temporadas de soledad y otras de compañía, que el amor está conmigo de una manera distinta, pero con una certeza fuera de dudas.

Después de duelos, renuncias y lejanías reconozco a esa otra mujer de espíritu gigante que me habitó siempre y no me cabía adentro. Hasta hoy.

La foto es de Sinhué Villalobos 🌹

Tacones al vuelo

Tacones al vuelo es un libro-fetiche. Las anécdotas están contadas desde mis tacones, esos artefactos que han sido cómplices o protagonistas de múltiples aventuras para provocarme orgasmos o entretenerme en instantes de poco glamour. Contiene 33 textos, historias escritas en cuentos, relatos y listas desvergonzadas de mis intimidades, como la de mis primeros encuentros con el sexo, la lista de lo que me embelesa de los hombres y otra de mi ropa sexy favorita. Es mi mayor reto como escritora y como mujer.

Tacones al vuelo es una experiencia que trasciende a la literatura y desafía conceptos: si escaneas el código QR que aparece al principio entrarás a una dimensión distinta: la de mi voz y mis ojos leyéndote al oído.

Quiero hacer algo de justicia a esas mujeres que durante milenios tuvieron que callarse, reprimirse, soportar, por amor o por hacerse la vida más simple; a aquellas que trasladaron el amor hacia el bordado, las teclas de un piano o la adoración a los padres, en vez de revolcarse de piernas abiertas sobre colchones de dudosa limpieza en habitaciones de cuestionable reputación junto con otros seres que se reprimieron igual. A aquellas mujeres quemadas en hogueras, acusadas de ser brujas por pelear por su libertad.

Esta obra quiebra tabúes, regenera ideas, desafía a las convenciones sociales que pretenden convencerte de no gozar de tu existencia terrenal con el cuerpo, la mente y el espíritu.

Porque si la vida es un cuento, mejor que sea erótico.


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Tacones al vuelo: Historias de sexo y otros libertinajes textuales eBook : Soto Icaza, Mónica: Amazon.com.mx: Tienda Kindle

Historias de Clítoris 2

Hola. Soy Clítoris de Mónica y quiero contarte que ayer en la noche me consintieron mucho. Soy afortunado. Ella había tenido un muy mal día, de esos que suceden cuando decides trepar tu destino a una alfombra mágica y resulta que el viento era demasiado fuerte para mantenerla en pie y por poco se estrella contra el pavimento de una calle cualquiera. Entonces por fortuna encontró una lengua dispuesta a hacerla olvidar a través de mí. Ya sabes que esa es mi vocación y única meta en la vida: provocar placer, humedad y olvidos. Pero olvidos lindos, como de angustias, problemas o desamores.

La lengua de la que hablo pertenece a un señor de mirada brillante, voz indiscreta y piel cálida, uno de esos seres que tienen un cuerpo y bailan y brincan y corren; un corazón y comparten y aman y asombran; un cerebro y comprenden y provocan y ríen a carcajadas. Alguien fuera de este mundo viviendo una experiencia terrenal.

Antes de llegar a mí abrazó a Mónica, quien le puso la cabeza en el hombro y recibió como respuesta un beso en la frente y un suspiro. Después de un rato de conversación y algunos roces casi furtivos de labios, pasaron del pasillo iluminado en la estancia, a las sábanas blancas de la oscura recámara principal, de paredes de madera, ventana circular y el librero en donde por igual se encuentran fotos viejas, esculturas, libros y toda clase de objetos mágicos y muy personales, testimonios del sujeto que los posee.

Decía que se acostaron. No, no se desnudaron de inmediato, o bueno, sí, de otra manera. Se hicieron el amor con las palabras, con las pupilas, con complicidad naciente y tan sólida que hasta podía verse en las partículas del espacio entre la cama y las cortinas. Una vez alcanzados los acuerdos de pronto sentí cómo la ropa sobre mí desaparecía. Me saludaron con suavidad y lascivia. Los dedos de esa mano pueden ser delicados o fuertes, me tocan como si me conocieran desde hace años, aunque experimentamos nuestros primeros encuentros.

Mónica acercó más el cuerpo a él, buscando atrapar la erección entre los muslos para restregarme con ella; él se levantó rápido, pasó a saludarme con esos labios prodigiosos, que junto con los labios de Mónica han convertido en amor a la lujuria, y en indispensable a lo que podría haber sido la aventura de una noche. Ahí me besó con movimientos en vertical, horizontal, con círculos y succiones; me hizo crecer, endurecerme, y yo hice que mi dueña levantara la cadera y dirigiera al universo unos quejidos suaves que también lo excitaron más a él.

Este hombre me gusta. En mi vasto encuentro y reencuentro con individuos masculinos he conocido pocos que me miman así. Al parecer han podido convencer a las mujeres de que son más convenientes y poderosas si consiguen el clímax solo con penetración y así pueden obviar la escala por mí, como si el acto sexual nada más consistiera en llegar, besar los pezones, la boca, entrar por la vagina, explotar dentro y abrazarse después, o agarrar el celular. ¡Si supieran que quien me frota, manipula, orgasmea una, dos tres veces, se gana un sitio eterno en mi gloria personal!

Como él, que esa noche convirtió el cuerpo, el cerebro y el corazón de Mónica en un solo terremoto; en huracán, en tromba en pleno otoño. Y a mí, que soy algo difícil de comprender y con una alta dosis de capricho, me descifró con la sincronía de las gaviotas cuando vuelan al ras de las olas del mar.

*Columna originalmente publicada en la revista Vértigo Político.

Libera tus libros. El arte de hacer y vender libros en México

Una noche de lluvia, de contratiempos afortunados. Así era el escenario del momento más importante (hasta entonces) de la vida de una mujer con mil sueños, mi yo de 21 años, el 13 de junio de 2001 en el Centro Cultural Ágora del parque Naucalli. El suceso: la presentación de mi primer libro de poesía y cuento, Las lágrimas de todos son de sal.

Meses antes el mejor amigo del hermano de mi novio me regaló su recién publicado libro de poesía. Lo leí. Me gustó. Unos días después me desperté con una idea: necesitaba configurar mi propio libro.

Desde los 15 años elegí dedicarme a escribir. Estudié Periodismo. Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska, Ernest Hemingway, Isabel Allende, Truman Capote me inspiraron la necesidad de experimentar el mundo con mis propios ojos, percibirlo en intensidad con mi propio cuerpo para convertirlo en ficción. No tenía amigos ni familia en ámbitos culturales, solo un profundo amor por los libros, mucha voluntad y este bendito carácter impulsivo e irreverente.

Ya con los textos seleccionados pedí ayuda a mi papá. Era un momento difícil para mi familia; el desempleo y la búsqueda de autonomía empresarial nos tenían viviendo al límite. Aun así, mi padre respondió: “Haz el diseño y dámelo, yo me encargo.” Él no tenía experiencia imprimiendo libros, trabajaba con un impresor de etiquetas para su recién inaugurada fábrica.

El 20 de abril llegó con los brazos en la espalda. “Cierra los ojos”. Al abrirlos vi que sus manos sostenían un ejemplar amarillo con letras azules, impreso con duplicador digital en papel blanco, engrapado. Era más bien rústico y existían 125 ejemplares. A mí me pareció el libro más hermoso y sofisticado del mundo.

El 13 de junio el destino chocarrero jugó conmigo. La convocatoria había sido a las siete, eran las 19:50 y mi presentadora no aparecía. La directora del centro cultural, Andrea García Esnaurrízar, sentenció: “si tu presentadora no llega a las ocho vamos a cancelar.” Yo era una joven tímida e insegura, casi me pongo a llorar de impotencia. Mi mamá le pidió a nuestra vecina hacerse cargo, ya había leído el libro y era Julieta Navarro, directora de la Royal Academy of Dance de Londres en México.

Esa noche Andrea y Julieta hicieron magia. Una a cada lado mío, me tomaron de las manos para crear un ambiente de sensibilidad desbordada, entre carcajadas y suspiros. Me recuerdo ahí sentada, con la certeza de que no me levantaría de esa silla siendo la misma, preguntándome cómo le haría para perpetuar esas emociones y, sobre todo, cómo podría provocarlas en más autores.

Lo demás es historia. Los libros me han quitado todo; también me han dado todo. Elegí, además, el camino de la independencia, y he pagado un alto precio por vivir al margen de instituciones culturales, mafias intelectuales, compadrazgos y élites editoriales en mi afán por conservar lo más importante: la libertad.

Por eso agradezco a quienes han reído conmigo, y a quienes se han reído de mí; a quienes piensan que no valgo igual que un autor financiado por empresas públicas o privadas; a quienes han creído en mí y se han convertido en mis cómplices de aventuras, y a quienes me han denostado por escribir erotismo y atreverme a posar en ropa escasa para acompañar mi trabajo. Y, sobre todo, agradezco a mis padres, sin ellos nada de lo que he construido hubiera sido posible.

Hoy, 20 años después, tengo más de diez libros publicados, de los que hay miles de ejemplares repartidos por diversos países; escribo tres columnas, una colaboración de radio y en mi propia página web, fiel a mi convicción de independencia, entre mucho más. ¡Ah! Y de aquella timidez e inseguridad no queda nada.

No hay día en que no agradezca por cada una de las oportunidades que he recibido. Por eso quiero compartir contigo este manual, como una celebración de hacer posible lo imposible; como un homenaje a todos aquellos locos creativos que se atreven a narrar los demonios y los ángeles en su cabeza: a hacer literatura de las ideas, la experiencia y los sentimientos.

Si quieres descargarlo de manera gratuita, haz click aquí:

Tacones, orgasmos y un funeral

¡Mis tres novelas eróticas juntas! Tacones en el armario, Galletitas para un funeral y Tus mujeres de mis orgasmos en el mismo libro. Tres historias llenas de amores y lujuria, en las que exploro temas polémicos como la infidelidad, el amor libre, el poliamor, las relaciones swinger, con personajes fuera de serie que divierten al tiempo que hacen temblar a las buenas conciencias y provoca deleite a los amantes de las aventuras de labios y piel… y de las sonrisas y carcajadas involuntarias.

Tacones en el armario es la historia de Ángela, quien le permite al lector vivir paso a paso con sus tacones de colores el proceso de la infidelidad, no como la víctima que hemos visto durante años, sino como una mujer que transforma el dolor en gozo y de paso obtiene venganza y mucho placer. Es la redención del sexo femenino llevada al extremo con mucho humor, erotismo e inteligencia.

Galletitas para un funeral es un homenaje a todas las formas femeninas de amar. En ella se explora cómo la percepción cambia la experiencia que acumulamos en los recuerdos, cómo una persona puede ser tantas personas, dependiendo del interlocutor.

Tus mujeres de mis orgasmos: La vida de algunas personas es como una película porno con cortes para dormir, comer y trabajar. En Tus mujeres de mis orgasmos, que es libro y experiencia en realidad aumentada, los protagonistas están juntos en un amor adúltero y delicioso; unidos por el placer, regidos por el deseo: la casualidad actuó a favor de su lascivia en común en una noche cualquiera para tomarse de las manos y de todos los espacios de piel disponibles en el cuerpo. Esta novela breve es un diario íntimo hacia las fantasías de Ella mientras Él le hace el amor con la lengua. Mónica Soto Icaza lee al oído la historia más intensa, explícita y erótica que ha escrito para continuar desafiando conceptos como el amor, la monogamia y la libertad.

Si quieres impreso tenerlo entre las manos, lo encuentras aquí:

O si lo prefieres electrónico en Amazon para Kindle, lo encuentras acá:

Jamás pretendí ser inmaculada

Doscientas páginas de poemas eróticos y fotografías en blanco y negro, Jamás pretendí ser inmaculada es mi más nuevo deleite literario.

Entré a la escuela, aprendí a escribir, me enamoré, me rompieron el corazón, rompí algunos corazones, llené los márgenes de mis cuadernos con historias, todo ello mientras se afianzaba mi fascinación por el hallazgo más importante de mi vida: los libros y las infinitas maravillas que se encuentran entre sus páginas.

Así llegaron mis XV años. Era 1995 y yo decidí que escribir sería mi ocupación principal. Luego llegaron mis 29. Era 2009 y yo decidí que enfrentaría la vida con el sexo abierto y dispuesto, que estar aquí era un regalo y yo no podía ser ingrata: debía celebrarla con cada partícula de mí, hacerle el amor a través de cuerpos ajenos en territorios políticamente correctos y también algunos clandestinos.

Jamás pretendí ser inmaculada. De niña me soñé aventurera, alguien que bien pudiera ser el personaje de un libro, y con eso en mente he creado las situaciones que configuran mis recuerdos. Aquella quinceañera que deseaba comerse al mundo sigue sazonándolo desde esta mujer de 41 con incontables recetas para la lujuria entre los dedos.

Si quieres tener este libro único y especial para mí entre las manos, lo encuentras aquí:

Grab my pussy! Cuentos eróticos y algunos relatos de sexo explícito

Un genio de lámpara maravillosa, la mujer distraída de un hombre desesperado, el presidente del país más poderoso del orbe, personajes que podrían haber sido robados de la realidad y manipulados a mi antojo en la ficción es lo que encontrarás en las páginas de Grab my pussy!

Me gusta pensar en estos 17 cuentos como en travesuras literarias para recuperar el lado jovial e irreverente del sexo. En ellos rescato la ligereza de espíritu que permanece en el cuerpo después de un orgasmo, con textos en narrativa y prosa poética que buscan la carcajada y el asombro reflejado en comisuras de la boca torcidas o cejas levantadas.

Confieso que al escribir estos relatos el desafío fue permanecer frente al teclado; por eso reto al lector a terminar de leer con las dos manos sobre el papel…

¿Quieres leer algunos escritos del libro? Puedes descargarlos aquí: Grab my pussy! Mónica Soto Icaza. Adelanto.

¿Quieres un ejemplar físico del libro? Te lo mando impreso y dedicado especialmente para ti hasta la puerta de tu casa:

Si quieres leerlo, puedes encontrarlo en Amazon para Kindle aquí:

Tus mujeres de mis orgasmos

La vida de algunas personas es como una película porno con cortes para dormir, comer y trabajar.

En Tus mujeres de mis orgasmos, que es libro y experiencia en realidad aumentada, los protagonistas están juntos en un amor adúltero y delicioso; unidos por el placer, regidos por el deseo: la casualidad actuó a favor de su lascivia en común en una noche cualquiera para tomarse de las manos y de todos los espacios de piel disponibles en el cuerpo.

Esta novela breve es un diario íntimo hacia las fantasías de Ella mientras Él le hace el amor con la lengua.

Para este libro quise no nada más imaginar la historia más intensa, explícita y erótica que he escrito para continuar desafiando conceptos como el amor, la monogamia y la libertad, sino leerla al oído de los lectores, quienes por medio de un código QR podrán acceder a contenido exclusivo: el Video-libro, interpretado por mí, que lo pondrá al filo de las emociones más deliciosas.

Si deseas comprar el libro impreso está disponible aquí:

Si deseas adquirirlo en ebook para Kindle, lo encuentras acá:

Galletitas para un funeral

Un mensaje enigmático. Una esposa con mucha creatividad.

Un hombre y 35 mujeres, pero no cualquier número de mujeres: mujeres con las que ha hecho el amor. Podría ser el sueño erótico de un maestro seductor y, sin embargo, también podría convertirse en el inicio de una pesadilla.

Mónica Soto Icaza, la autora de Tacones en el armario, regresa a la carga con una historia de fino erotismo y sutil sentido del humor. Lea usted esta novela bajo su propio riesgo.

Galletitas para un funeral es un homenaje a todas las formas femeninas de amar. En ella se explora cómo la percepción cambia la experiencia que acumulamos en los recuerdos, cómo una persona puede ser tantas personas dependiendo del interlocutor.

“Cuando empecé a leer Galletitas para un funeral debo confesar que me excité, pero al terminarlo ya estaba profundamente aterrado.” Sergio Sarmiento

“Mónica tiene una pluma que describe con certeza la naturaleza de cruces inesperados, relaciones comprometidas y noches de esparcimiento. Su estilo es refinado y excitante. Las voces de sus protagonistas tienen personalidad y rostro.” Inés Récamier


Puedes encontrarlo en libro electrónico para Kindle aquí:

O impreso, enviado directamente a tu domicilio y dedicado por mí, aquí:

Mujer esquirla #PorUnaVidaSexy

“Tu negocio no sirve para nada. Eres un fraude. Eres mala en la cama. Odio hasta tu peinado. No me gusta cómo eres con los niños. Eres un desastre en la vida. Eres una puta. Eres insuficiente, no te importa más que tu trabajo. Eres una loca. Eres tonta. Coges mal, no me gusta tu ritmo. Me molesta tu cara. Llévate todas tus cosas. No quiero ver ni una de esas mierdas aquí. Llévate nada más lo que tú te compraste. Después de años de matrimonio no te mereces nada por puta. Te voy a matar. Te voy a perseguir. Voy a hacer que vivas con miedo, con temor, con fracaso. Eres una perdedora. No haces nada bien. Solo sirves para gastar el dinero, para estirar la mano. No aportas nada. Eres mala para todos. Ni tu mamá cree en ti. Estás sola. La gente que amas siempre elige a otros. No eres suficiente, por eso no te eligen a ti. Eres problemática. No entiendes razones. Solo quieres hacer lo que se te da la gana. No puedes cumplir tus sueños. Tus metas no son importantes. Eres una mala mamá. Abandonas a tus hijos. Pierdes el tiempo. Vives en las nubes. Eres estúpida. Estás confundida. Tomas malas decisiones. No te vas a ir porque no puedes. Sin mí no eres nada. Sin mi ayuda te vas a morir de hambre. No tienes a dónde ir. No sabes ganar dinero. Con dos hijos nadie va a quererte. Tienes la nariz enorme. Ya ni siquiera conservas el buen cuerpo que tenías. Te vistes como prostituta. Escribes puras pendejadas. Nadie va a querer comprarte tus libros. Si te matara, te haría un favor…”

El hombre que amaba apretó el gatillo y yo me convertí en esquirlas de mujer. En fragmentos de ser humano con el único fin de sobrevivir el día. Porque en un país de machos a las mujeres libres hay que destruirlas. Hay que quebrarles la voluntad y las piernas; ensuciar su sexo y sus sueños. Porque a una mujer que goza del erotismo puedes maltratarla, convertirla en blanco de dedos índices purificados por la tibieza de vivir sin consecuencias.

Me convertí en una mujer débil. Una mujer fea. Una mujer triste. Una mujer sola. Metí la sonrisa en el sitio más seguro: las páginas de los libros, ese lugar en donde no había corazones rotos ni palabras equívocas, en donde podía ser libre a mis anchas. Ignoraba que cada tomo devorado configuraba en mí a una mujer rebelde. Una mujer idealista. Y poco a poco volví a ser una mujer con alas de papel y tinta, con tantas capas que alcanza a volar alto, y también con predisposición a caer desde esa altura. Soy una mujer que se ha raspado las rodillas. Una mujer que ha perdido todo para conservarse a ella. Una mujer que ha llorado a solas. Una mujer que ha dado la mano, aunque en el otro extremo no hubiera otra mano abierta. Soy una mujer puta. Una mujer ligera. Una mujer de libido desbordada. Una mujer de fotos atrevidas. Una mujer libre. Una mujer con suerte. Una mujer con el corazón de multifamiliar. Una mujer que quiere a más de un hombre y ama a uno. Una mujer que juega con sus hijos a escribir el mundo. Una mujer arrepentida. Una mujer rebosante de certezas. Una mujer de imaginación traviesa. Una mujer que ya no tiene miedo. Una mujer que ya no está triste. Una mujer multiacompañada. Una mujer joven. Una mujer guapa. Una mujer que sigue con la sonrisa metida en los libros. Una mujer metáfora. Una mujer personaje. Una mujer carcajada. Una mujer sarcasmo en la punta lengua. Una mujer energía de la naturaleza.

Soy una mujer hasta nunca. Una mujer hasta siempre. Una mujer en sus marcas, listos, fuera. Una mujer búnker. Una mujer meta. Una mujer hola. Una mujer adiós. Una mujer Yo.


*Este texto fue originalmente publicado en la revista Vértigo Político.

Tacones en el armario

En la primavera de 2009 viví una de las épocas más tristes de mi vida: la infidelidad de quien creí el amor de mi vida. Decepcionada, triste y furiosa, me desperté una madrugada con optimismo descontextualizado y empecé a confeccionar una venganza literaria, con dosis precisas entre fantasías y recuerdos y el ánimo explícito de incomodar a aquellos hombres amantes de las mentiras. Porque sí: la literatura es mi manera de reparar las deficiencias del mundo con la ficción.

Tacones en el armario está escrito desde la furia, el descaro, con la desfachatez de quien sabe que no tiene nada que perder. Por eso es erótico, sarcástico, con toques de humor negro e ironía.

Desde que lo publiqué por primera vez, en el 2010, me ha provocado deleite y más deleite; se convirtió en mi libro más vendido, existen de él miles de ejemplares repartidos por los cinco continentes.

La obra, entonces, trascendió a mi propia vida, me enseñó que los momentos defectuosos son temporadas propicias para sembrar sorpresas.

Tacones en el armario es una de mis mejores aventuras, una plagada de risas, lágrimas, incendios y tacones de colores. 

He presentado esta novela más de 40 veces en diversas ciudades de la República Mexicana y en las Ferias de Libro más importantes del país, como Guadalajara, Palacio de Minería, Zócalo de la Ciudad de México, Estado de México, Orizaba, Ciudad Obregón y muchas más.

La portada original es de la pintora mexicana Rigel Herrera y la foto de portada de la edición desvergonzada es del fotógrafo Sinhué Villalobos.

Al final de la novela puedes encontrar los Manifiestos #porunavidasexy.

Si quieres leer un adelanto, lo encuentras aquí:

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Doce cuentos peregrinos #LibrosQueMeGustan

El primer libro que leí de Gabriel García Márquez y me volvió adicta a sus historias y su manera de narrarlas fue Doce cuentos peregrinos. Tenía como dieciséis años y fue mi portal particular hacia este autor del realismo mágico que contaba su percepción de la realidad.

La introducción que escribió el propio autor es un mini manual de escritura de cuentos. En ella García Márquez cuenta el devenir de los doce textos en el libro y son la puerta de entrada perfecta a Me alquilo para soñar, Sólo vine a hablar por teléfono, María dos Prazeres y El rastro de tu sangre en la nieve (mi indiscutible favorito), entre otros.

Estos Cuentos bien podrían ser sueños, aunque situados en Europa, poseen la ilógica latinoamericana de desafiar a las emociones y la razón entre un sentido del humor algo negro, mucho sarcasmo y personajes entrañables.

Como todos los libros de Gabo, quien lee no termina incólume y las atmósferas de sitios y personajes permanecen gravitando en la mente incluso días después de haber cerrado la cuarta de forros tras el punto final.

¿Amar despacio?

No me gusta amar despacio,
prefiero ropa destrozada en el suelo
marcas de besos en el cuello
lenguas insolentes
dedos que conozcan el camino correcto.

Amo las caderas impulsivas
los deseos urgentes
la saliva que enloquece al torrente sanguíneo
las miradas que hacen cenizas los prejuicios.

Me encantan las palabras que humedecen
los pantalones marcados
las mordidas en las orejas que embriagan a los poros
y la imaginación.

Vamos a ponerle escenario a esta fantasía
y seamos nuestra propia ficción.

#poesíaMSI

Mónica Soto Icaza


La foto es de Érik Marvaz

* Este texto aparece en mi libro Jamás pretendí ser inmaculada.

Historias de Clítoris 1

Hola, soy el clítoris de Mónica. Me llamo así, Clítoris, porque a ella no le gustan los nombres propios, patronímicos ni diminutivos que algunas personas usan a veces para referirse a los órganos sexuales propios o ajenos. Yo estoy de acuerdo con ella. Alguna vez un señor me dijo “Amiguita” y me costó mucho trabajo vibrar con su lengua. Aunque cada quien, ¿no?

Sé que cuando le preguntan a mi poseedora cuál es la parte favorita de su cuerpo y ella responde “los ojos” o “las piernas”, en realidad está pensando en mí. He sentido cómo me aprieta mientras contesta, como si quisiera disculparse conmigo por ser políticamente correcta. A mí no me interesa lo que responda; a fin de cuentas, cuando estamos a solas o al elegir a un acompañante, su comportamiento es lo menos políticamente correcto. Eso es lo importante.

Me conoció a los once. Era su segunda o tercera menstruación. Mientras lavaba mi casa y los terrenos circundantes se metió el dedo corazón de la mano derecha en la vagina para ver si así lograba que la sangre se terminara más rápido. Como le gustó la sensación decidió introducirlo más adentro… y entonces la palma de su mano invocó el deseo de saber qué más había en esa área al rozarse con mi glande. No le importó que se enfriara el agua: siguió tocándolo todo. Fue así como ahí, en una regadera del segundo piso de una casa de tres recámaras pintada de blanco con columpios en el jardín, Mónica tuvo uno de los más grandes hallazgos de su vida que, como buena materialización de asombro, siempre estuvo en ella misma.

Mónica y yo gozamos impunemente durante varios meses, hasta una fatídica mañana en la clase de Moral. La escuela religiosa en la que la inscribieron sus papás con las intenciones más puras: que los valores familiares fueran reforzados, se encargó de arruinar sus corridas correrías eróticas, porque ahí le dijeron que el onanismo era un pecado, y de los graves. Como ella no deseaba irse al infierno, así, sentada en un pupitre del segundo piso de un centro educativo de tres edificios de ladrillos expuestos y una pista de carreras, la suscrita volvió a enterrarme entre sus piernas durante más años que los que hoy le gusta admitir.

Pero como no hay día que no llegue, ni plazo que no se cumpla, ni lujuriosa que lo soporte, Mónica cumplió 18 años. Sí, tuvo algunos encuentros semieróticos con los seis novios que había tenido, pero ninguno de ellos alcanzó a tocarme; yo esperé paciente el momento porque algo de entretenimiento tuve cuando mi dueña, amante del ejercicio, haciendo abdominales en la clase de educación física tenía orgasmos que no contemplaba como pecados al no ser provocados directamente por ella. ¿Ya ves por qué me cae tan bien?

Decía entonces que mi propietaria cumplió 18. Sus papás le hicieron una fiesta para celebrar la mayoría de edad, con amigos, familia y sí, su sexto novio, quien dicho sea de paso estaba algo frustrado con las continuas negativas de Mónica para irse a la cama, o por lo menos agarrarle algo más que la mano. Se acabó la reunión, familia y amigos se despidieron, los padres se fueron a dormir. Ella le dijo que lo acompañaba a la puerta para despedirlo. Ya ahí, antes de abrirla, se dieron un abrazo en la oscuridad, un beso de película romántica francesa y con las manos metidas en los mutuos jeans reaparecí en escena para no volver a esconderme jamás.

Pero ya luego te contaré de cuando conocí en piel y humedad a otro como yo, porque de tanto hablar de mí a Mónica ya le dieron ganas de saludarme con las yemas de los dedos. Y quién soy yo para hacer caso omiso a esa propuesta imposible de rechazar.


  • Texto publicado originalmente en la revista Vértigo Político en julio de 2020.

Homenaje a los hombres #poesíaMSI

Hay hombres que duelen.
Hombres que salvan.

Hombres de una noche que se quedan para siempre
y hombres cotidianos que se pierden entre los recuerdos.

Hay hombres lobo y hombres sirena
hombres con voz de volcán
y hombres con garganta de arpa.

Existen hombres de papel moneda y autos caros
Hombres de castillos en el aire
y promesas imposibles.

Los innombrables, los cliché, los de lengua fácil y corazón complicado. Los de mentiras, los de rosas rojas. Los de piel y sangre. Los de vinil y lágrimas.

Hombres de asbesto. Hombres de papel de lija. Hombres de satín y hombres de agua. Hombres de alarido y hombres de sonrisa.

Hombres como todos. Hombres como ninguno.

Y tú.

#poesía

Mónica Soto Icaza

La muerte de Artemio Cruz #LibrosQueMeGustan

“Un hombre alto, lleno de fuerza, con unos ojos verdes hipnóticos y un hablar cortante. Artemio Cruz.”

Carlos Fuentes era un maestro para la creación de personajes entrañables: Felipe Montero en Aura, Félix Maldonado en La cabeza de la hidra. Pero sin duda uno de los  inolvidables es Artemio Cruz, protagonista de esta novela publicada por primera vez en 1962.

Esta historia narra los últimos días de Artemio Cruz exrevolucionario, expolítico, excorrupto cuando, recostado en la cama del hospital, moribundo, revive las memorias de su vida y describe las sensaciones que lo acompañan, todas desconocidas, que el autor describe con metáforas tan precisas y detalladas que es inevitable que tu yo lector se emocione: “Tengo la boca llena de centavos viejos.”

Este libro es sobresaliente, mi favorito de Fuentes, por la cantidad de frases memorables que tiene, que como aforismos, juzgan, juegan, evocan, explican: “Cuando cerró los ojos, se dio cuenta de la infinidad amorosa de ese cuerpo joven abrazado al suyo: pensó que la vida entera no bastaría para recorrerlo y descubrirlo, para explorar esa geografía suave, ondulante, de accidentes negros, rosados.”

Por fragmentos como ese y por el recuento histórico por el México de la Revolución y los años subsecuentes es que La muerte de Artemio Cruz es mi recomendación de este #ViernesDeLectura y #LibrosQueMeGustan.

Portada La muerte de Artemio Cruz

¿A imagen y semejanza? #cuento #ficción

Querido Dios. Qué digo querido: amado Diosito. Qué digo amado Diosito: adorado, omnipresente, idolatrado, omnipotente Diosesón:

Te doy gracias por el orgasmo nuestro de cada día. Estoy acostada en mi cama, la cabeza recargada en la almohada, las piernas abiertas, el abdomen en estado de incredulidad por lo que dos dedos pueden provocar en el cuerpo, desde la parte baja del vientre hasta todas sus esquinas, bordes y extremos.

Lo que siento es asombro. Qué sabio y maravilloso eres, ¡oh, rey de los Cielos!, que nos hiciste seres con capacidad de abstracción y potencia imaginativa, la misma que formó en mi mente la imagen de esas dos chicas besándose la lengua, los dientes, las puntas de los pezones, que hicieron gloriosa esta mañana.

Gracias por los recuerdos disfrazados de fantasías. Ruega por los hombres que me han penetrado, por las veces que los besos me han hecho adicta a los clímax. Te doy gracias por las inmensas posibilidades del sexo, por los labios, la vulva, las tetas, las corvas.

Si los seres humanos estamos hechos a tu imagen y semejanza, y me colocaste en la entrepierna el único órgano con la función de experimentar placer, entonces no dudo que todos estos años las personas hayamos vivido en el engaño y tú eres una mujer.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.

El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde #LibrosQueMeGustan

Es bien sabido que al interior de todo ser humano habita una dualidad luz-oscuridad que se manifiesta según la voluntad o los instintos; así como podemos ser buenas personas, también nos es natural ser miserables: la manera en que interactuamos con el mundo, para individuos mentalmente sanos, depende de la capacidad de elección.

De este tema sencillito y carismático trata El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, una novela gótica de Robert Louis Stevenson publicada por primera vez en 1886 que se encuentra clasificada tanto como thriller psicológico, como drama, misterio, horror y ciencia ficción. Todo eso en apenas unas cien páginas (depende de la edición que leas).

Con una narración estructurada como una consecución de habladurías, el autor va desentrañando la intriga para llegar a un desenlace inesperado, de esos que te dejan de un humor extraño al terminar las páginas.

El libro es un clásico de la literatura universal que yo recomiendo leer porque para mí las obras más valiosas son aquellas que nos asombran y son memorables sin necesidad de grandes pretensiones, las historias que, como esta, sacan al lector sin piedad de la zona de confort.

Nos leemos y escuchamos el próximo #ViernesDeLectura con otra recomendación de #LibrosQueMeGustan

Jantipa #LibrosQueMeGustan

Si yo pronuncio “Sócrates” en la mente de cualquier persona de mediana cultura general aparecerá la antigua Grecia, la filosofía, el “yo solo sé que no sé nada”. Tal vez algunos piensen en la mayéutica, en grandes ideas, pero definitivamente pocos harán referencia a su ojo que se iba de paseo, a su mal aspecto, a su descuido personal. Y mucho menos pensarán en su vida sentimental.

Jantipa, novela de María Elena Sarmiento, habla de la esposa de Sócrates, una mujer de carácter difícil, indomable, quien, adelantadísima a su época, ya intuía que la relación de hombres y mujeres era injusta, por más que todos a su alrededor actuaran de esa manera.

La historia es intensa y fluida. La autora creó una ficción histórica que mantiene una tensión narrativa difícil de abandonar, al tiempo que consigue que el lector genere empatía con el personaje principal que adoró y sufrió al amor de su vida en la misma proporción. Además, María Elena es una mujer que investiga y se involucra profundamente con sus personajes.

Por eso este #ViernesDeLectura les recomiendo esta novela, a esta Jantipa, para no olvidar los contrastes del amor, que son los mismos que los contrates de los individuos que tenemos que cohabitar en este mundo, y como Sócrates, encontrar belleza en él, a pesar de sus imperfecciones.

Frida Kahlo #homenaje

“Yo quiero construir. Pero no soy sino una parte insignificante pero importante de un todo del que todavía no tengo conciencia.”

Frida Kahlo

 

Rebelde por naturaleza y apasionada de la vida. Así fue Frida Kahlo, una de las mujeres más influyentes en la historia de nuestro país. Podría asegurar que es hoy en día el rostro femenino más evocado en el imaginario universal cuando se escucha la palabra “México”.

Para las mujeres mexicanas Frida es más que una representante de nuestro arte, y es definitivamente mucho más que la esposa de Diego Rivera. Para nosotras su nombre es sinónimo de libertad, de oportunidad, de trascendencia. ¿Cómo no ser fuente de inspiración, si en 1922 fue una de las 35 mujeres de entre dos mil alumnos del sexo masculino de la Preparatoria Nacional de México?

Su famosa frase “¿Pies, para qué los quiero, si tengo alas para volar?” es un reflejo de su espíritu guerrero. Después de haber sufrido poliomelitis en la infancia, y el terrible accidente que la paralizó durante meses, a los 18 años, pudo haber escrito una historia muy distinta para su propia vida. Pero ella optó por lo extraordinario.

“Todo puede tener belleza, aún lo más horrible”, dijo. Y vaya que hablaba con conocimiento de causa. ¿Habrá alguna vez imaginado que lo peor que le había sucedido, terminaría haciéndola trascender al tiempo? Su amor y pasión por el gran compañero de su vida, Diego Rivera, también la coloca entre los amores épicos del mundo, como el de Sartré y Beauvoir, Helena y Paris, Marco Antonio y Cleopatra… A Diego le escribió cartas arrebatadas, sin censura, vivía su relación como lo más hermoso y lo más terrible, pero lo que quiero rescatar es esa franqueza ante la vida que ojalá nos atreviéramos a experimentar para disfrutar del gozo que representa despertar cada día.

Cito un fragmento de una carta: “Mi amor, hoy me acordé de ti. Aunque no lo mereces tengo que reconocer que te amo. Cómo olvidar aquel día cuando te pregunté sobre mis cuadros por vez primera. Yo chiquilla tonta, tú gran señor con mirada lujuriosa…”

Definitivamente los grandes amores hacen milagros, y así, entre los dos mayores accidentes de su vida, encontró su camino. Pasaba tanto tiempo acostada que empezó a pintar; pasaba tanto tiempo pintando sola que comenzó a pintarse a sí misma. Su gesto en los autorretratos era siempre duro, sus imágenes impactantes, de interpretaciones tan diversas como existen criterios, como se pueden encontrar puntos de vista. ¿Quién no se ha parado frente a “Las dos Fridas” buscando algo nuevo? ¿Quién no lo ha encontrado?

Para André Bretón “El trabajo de Frida Kahlo es la mecha de una bomba”. Al conocerse, la invitó a París a exponer. A esto Frida respondió: “Realmente no sé si mis pinturas son surrealistas, pero sí sé que son la más franca expresión de mí misma, sin tomar jamás en consideración ni juicios ni prejuicios de nadie. He pintado poco, sin el menor deseo de gloria ni ambición, con la convicción de, antes que todo, darme gusto y después poder ganarme la vida con mi oficio”. Y más adelante apuntó: “Creían que yo era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad”.

Tanto significa para las mujeres mexicanas porque rompió estereotipos. Su libertad nos liberó a todas. Su arrojo nos puso a todas un pie al borde del abismo. El testimonio de su vida nos hizo saber que hasta lo imposible puede cambiar de realidad, porque fue la primera artista mexicana en exponer su obra en el Museo de Louvre.

Termino con una de las últimas frases que escribió en su diario antes de morir:

“Recuerda que cada (tic tac) es un segundo de la vida que pasa y que no se repite, hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que sólo es el problema de saberla vivir. Que cada uno la resuelva como pueda”.

Definitivamente en su presente, Frida se pintó alas para el futuro.

 

Departamento 508 #cuento #ficción

Estiró el brazo para presionar el timbre del departamento 508. Antes de dejar impresas las huellas dactilares en el pequeño botón redondo que antaño fuera blanco y hoy es color mugre, un grito femenino de placer desaforado lo hizo dar un salto hacia atrás. Algún vecino despistado dejó mal colgado el interfón.

¿Ves? Te dije que te iba a gustar… Quiso presionar de nuevo el botoncito percudido, pero las instrucciones de esa voz masculina, profunda como un trueno en tormenta eléctrica, provocaba que su dedo temblara. Ponte de espaldas, abre las piernas, métete un dedo en el coño.

Se le hacía tarde para llegar al departamento de su novia, pero no podía dejar de escuchar al de la voz gruesa como bajo en un blues, que cuando calló dio paso al sonido de un golpe acuoso que percibía a través de la bocina y le provocó una erección. Empezó a salivar, sintió cómo sus pupilas crecían sin restricción en el iris.

Siguieron las instrucciones: frótate el clítoris, métete el vibrador. De la voz femenina no había ni rastro. La necesidad de frotarse el miembro por lo intenso de la cogida monumental que escuchaba lo decidió al fin a tocar el botón de su departamento destino, el 508, lo que hizo con el dedo no tan erecto como lo que presionaba dentro de su bragueta; a fin de cuentas ahí estaba su novia y podría desfogar la lujuria que los vecinos irresponsables le habían provocado.

Escuchó un correr presuroso sobre el piso de madera, jadeos de prisa, algunas risas algo ahogadas, un portazo, y finalmente, el “¿Quién es?” de esa voz que él tan bien conocía. Sus piernas adquirieron entonces cualidad de piedra, misma que desapareció de su pantalón y adoptó también el órgano de su cuerpo encargado del raciocinio y los sentimientos, hasta que un hombre con rostro sonrojado y voz de tenor le pidió permiso para salir del edificio.

Carta a una erotómana viva que vive el EROTISMO EN VERSOS. Por Carlos Bracho

A Mónica Soto Icaza

Mónica: has entrado al mundo de las mujeres libres, de las mujeres sabias, de las mujeres que conocen a la perfección el acto amoroso y su sublimación que es el erotismo. Te felicito por ello. Y no voy a entrar en un análisis crítico o algún barrunto que se le parezca, no. Tu poesía está allí, está al rojo blanco. No necesita más que ser leída y gozada y puesta en práctica por los posibles lectores y las lectoras ávidas de vida. Son una profunda lección de amor, de profundo amor. Por ello digo que:


Al principio de la humanidad el erotismo era posicional y sólo garantizaba la continuación de la especie. Más tarde se registra una evolución , producto de la práctica cotidiana, de la convivencia y del trato continuo con la pareja, y entonces, poco a poco, la humanidad camina directo al erotismo.


Bien. Ahora, inspirado en tus bellos, calientes e ilustrativos poemas, cito a las mujeres que han glorificado este acto heroico y fundamental:
Anaïs Nin: “ También yo estoy interesada por el mal, y quiero para mí una vida dionisíaca, embriaguez, pasión y caos.”. Andrea Montiel: “…quiero bañarme el cuerpo/ caminar desnuda/ respirar profundo…”. Carmen Alardin: “…Se fugó nuestra negra doncellez/ por las botellas de champaña…”. Mariana Alcoforado: “…Harás igualmente bien en no querer a ninguna otra. ¿Podría satisfacerte una pasión menos ardiente que la mía?”. Gabriela Mistral: “Ruth lo miró de la planta a la frente,/ y fue sus ojos saciados bajando,/ como el que bebe en inmensa corriente…”. Alfonsina Storni: “La niña de quince años con su esponjado seno:/ ¿Sueñas echarla garras, oh, goloso animal?”. Pita Amor: “…con mis brazos vacíos de caricias,/ con ansias de estrecharte/ pensaba en las delicias/ de esas noches pasadas y ficticias.”. Carmen de la Fuente: “Porque encarnas un fauno con arrebatos místicos/ y abres rosas antiguas sobre los vientres pálidos/ de ardientes odaliscas.”. Griselda Alvarez: “No se puede vivir sin erotismo, / viene del más allá como mandato,/…”.

En vista de estas armoniosas y gratas declaraciones, Mónica, como digo arriba, con tus poesías, con tus amores, con tus sueños, ya estás dentro del carruaje literario en donde viajan las mujeres que tienen el alma al rojo vivo y que han amado como ningún otro ser lo ha hecho.

CARLOS BRACHO

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El chisme con Galletitas de Mónica Soto Icaza. Por Inés Récamier

Uno de los mejores chismes que he leído, tan intrigante que no lo solté hasta haberlo terminado. Treinta y cinco mujeres han sido invitadas al lecho de muerte de Salomón Andrónico, un hombre cuyo apellido nos incita a pensar en un ser andrógino. Y sí, porque a pesar de que Salomón no sea hermafrodita se beneficia de una femineidad que le facilita comprendernos —y conquistarnos—a muchas de nosotras: treinta y cinco para ser exacta.

Un montón de amantes seducidas de distintas formas; algunas de ellas han sido traicionadas, otras le guardan lealtad y agradecimiento y, por supuesto, no falta quien le odie. El mito de guardarnos para el hombre perfecto se destruye en este relato. Cada mujer cuenta una historia. Cada encuentro transmite diferentes sensaciones. Mónica tiene una pluma que describe con certeza la naturaleza de cruces inesperados, relaciones comprometidas y noches de esparcimiento. Su estilo es refinado y excitante. Las voces de sus protagonistas tienen personalidad y rostro. A través de ellas Salomón también se perfila, confirmando que no existe lo bueno ni malo, solo un hombre disfrutando al máximo su vida hasta el día en que sufre un derrame cerebral y todas ellas son invitadas a un último beso, única despedida, y las Galletitas que son importantes —porque hay para todas—.

Inés Récamier

Daños colaterales #cuento #ficción

Queridos sobrinos,

Ustedes creen que moriré virgen. Y es probable que así sea. Pero no de la virginidad que ustedes imaginan: soy virgen de poseer al hombre que se me antojara, porque los tuve todos. Había pensado llevarme mis secretos a la tumba, pero no quiero ser injusta con la generosidad con que me ha tratado la vida ni con la imagen de mí que ustedes llevarán en la memoria.

¿Se acuerdan de Pedro, el sacerdote de la iglesia de San Juan? No puedo decir que fue el amor de mi vida, porque de esos tuve muchos; sí que es el amante más constante de los que tuve y, sobre todo, el más fiel, porque su otra relación íntima fue con Dios y jamás con mujer ajena.

Pasábamos horas en la sacristía, leyéndonos la biblia al oído mientras su mano o la mía provocaba orgasmos en su cuerpo o el mío. Él me enseñó lo glorioso del sexo, lo cercana a Dios que me sentía cada vez que lo tenía dentro al mismo tiempo que su pecho rozaba mis pezones.

Pedro era un hombre generoso con el pueblo y conmigo. Cuando ustedes dejaban de visitarme durante temporadas largas no saben lo maravilloso que era, porque podía pasar las noches enteras entre sus brazos, y ahí era feliz.

Varias veces estuve tentada a contarles mis aventuras amorosas; cuando los alcanzaba a escuchar cuchicheando el fastidio que les parecía visitarme, culpándome a mí de mi soledad al haber decidido no tener hijos. Qué egoístas y estúpidas son a veces las personas, que por prejuicios piensan que una solterona mayor de 50 años sólo está sentada frente a la ventana esperando a que alguno de sus familiares se apiade de ella y la visiten…

¡Si yo narrara las veces que estuvieron a punto de sorprenderme en la cama con el jardinero y el maestro de obras! ¡Tuve que esconderlos en la regadera para que no los encontraran en mi habitación en varias ocasiones! Ustedes me contaban historias, yo sólo deseaba que se marcharan para seguir lamiéndoles el glande y recibir el semen en el pecho, pero no, tenía que meterme al baño para darles una bata para que no se murieran de frío. Claro que me amaban, si no, ¿cómo soportar las horas perdidas, sentados en el escusado, esperando a que ustedes se largaran?

La tercera vez que el pobre de Justino, el plomero, se quedó atrapado en el baño les pedí que me ayudaran a hacer la puerta hacia el jardín, ¿se acuerdan? Por más que quisieron convencerme de la inutilidad de una salida junto al WC, yo me aferré a que se hiciera, con el pretexto de que ya estaba demasiado intensa mi reuma y me costaba trabajo salir a colgar la ropa al sol.

También me construyeron la nueva salida al costado del terreno, que mis novios y yo bautizamos como la “Salida de emergencia” entre carcajadas y jadeos, porque para estrenarla decidí hacer un simulacro como los de los sismos.

Esa tarde hubo pasteles y otros bombones, además de crema chantillí y condones de todos los sabores. Estábamos en la parte más rica del guateque, tenía yo la verga del jardinero en el culo, la del plomero en el coño y la de Pedro en la boca, cuando el sonido de la chapa de la puerta irrumpió entre los “qué ricos”, los “mamita deliciosa” y los “eres una lujuriosa”.

Como no habíamos ejecutado el simulacro de evacuación todavía, nos hicimos bolas. Pedro se tropezó con el plomero, el plomero cayó sobre el jardinero y yo no tuve más remedio que ponerme la piyama y salir con la mejor cara de amodorrada que alcancé a caracterizar, aunque no sé por qué, si ustedes nunca se fijaban realmente en mí.

Pero decía que salí con cara amodorrada, los pelos hechos bolas ya los tenía después de la arrastrada que me estaban poniendo. Me saludaron muy formales, beso, abrazo, cómo estás, tía, y de repente uno de ustedes me preguntó por qué había un señor en el jardín colgando la ropa. Casi se me sale una carcajada al ver al plomero con las manos sobre mis calzones, simulando que los acomodaba en los mecates, con cara de saber lo que estaba haciendo. Les respondí que me había venido a ayudar a tender porque me estaba sintiendo mal últimamente y él se ofreció. No sé si ustedes notaron que iba descalzo, supongo que como era un pueblo no les pareció sorprendente ver a un indio sin zapatos sobre el pasto.

Total, por más que intenté despacharlos rápido esa tarde para que me dejaran seguir con mi celebración, ustedes decidieron quedarse más tiempo, seguro sintiéndose culpables por haberme abandonado durante tantas semanas. Me llevaron de comer una sopa de frijoles molidos y un guisado de carne con verduras en salsa de tomate, que tuve que tragarme con mirada de gratitud, aunque en realidad eran un asco y no tenían nada que ver con el pozole que Pedro había preparado para la ocasión y tuvimos que dejar para después, cuando los cuatro pudiéramos volver a coincidir para acabar (en sentido metafórico, y también en el literal, ustedes entienden) lo que interrumpieron.

¿Por qué nunca dije nada? ¡Imagínense el escándalo! Pedro era sacerdote; el jardinero tenía esposa y siete hijos y el plomero fingía ser homosexual para poder almorzarse a todas las señoras del pueblo sin que los maridos tuvieran sospecha alguna. En lo que respecta a mí, así era más cómodo, porque si ustedes hubieran sabido que yo tenía novio, amante o cualquier hombre preocupado por mi suerte, habrían dejado de mantenerme, de darme dinerito para vivir, comer y regalarme de vez en cuando un lujito, como las sesiones de masaje que tanto amaba.

Lo hacía por ustedes también, porque con eso de que su mamá se murió cuando eran niños, necesitaban una figura femenina de ejemplo y autoridad, y qué mejor que la tía virgen y santísima que se fue a vivir a pueblo quieto para alejarse de la vida libidinosa y de perdición que se experimentaba en la gran ciudad y ella aborrecía con todas sus fuerzas.

Pero la verdad es que me vine a pueblo quieto, precisamente a este, siguiendo a Pedro, que un día, cuando todavía era el sacerdote de la iglesia de la colonia de junto, me notificó que el Vaticano ordenó su cambio a este lugar como castigo a una denuncia que una señora, esa sí muy estirada y muy decente (también muy reprimida), le puso con las autoridades eclesiástica por haberle agarrado las tetas en plena confesión. Cuando le pregunté por qué diablos había hecho algo así, me respondió que creyó que ella le había coqueteado. Ya luego se le fue quitando lo pendejo y decidió sólo encamarse conmigo: yo jamás le causaba problemas ni le quitaba el tiempo.

Si se preguntan si alguna vez me sentí culpable de estafarlos, la respuesta es no. Toda mi vida tuve que aguantar a su mamá, que de niña era abusiva y mentirosa. Cada vez que ella hacía una travesura me echaba la culpa a mí, y como era la consentida de la abuela, entonces yo era la que salía siempre castigada, y ella no sentía remordimiento alguno.

Me acuerdo que a los 15 años se puso un vestido para el que yo ahorré durante meses. Cuando la vi salir le pedí que se lo quitara porque, uno, no me lo había pedido prestado, y dos, no se lo prestaba. Me miró unos segundos, sonrió de ladito, burlándose de mi petición y se dio la vuelta.

Corrí a acusarla con mi mamá, pero la defendió y además me dijo que era yo una egoísta por no prestarle a mi hermana un simple vestido. De nada sirvió que le dijera que me había costado meses comprarlo, me tachó de desconsiderada y mala persona y afirmó que mi hermana tenía derecho de ponerse lo que quisiera, y además, de agarrar mi coche cuando se le diera la gana.

Al salir de la cocina me la encontré riéndose a carcajadas. Esa tarde se largó con mi vestido puesto, y yo llegué a la conclusión de que, si había perdido la batalla contra ella, además de no volver a comprarme nada para mí, lo pagarían sus hijos cuando los tuviera.

Así que ustedes han sido daños colaterales, dulce venganza. Y no. No les ofrezco disculpas.

Quería contarles la historia de cada uno de mis amantes, 365 para ser exacta (sí, como los días del año, linda coincidencia, ¿no?), pero ya llegaron las enfermeras para llevarme al quirófano y como no sé si saldré viva de ahí (ojalá no, pero igual y Dios sí existe y todavía me quiere aquí), mejor busquen mi diario, está en el buró del lado izquierdo de mi cama; la portada es azul oscuro y dice “Sagrada Biblia” en letras doradas.

Me voy entonces, sobrinos. Cuídense mucho y espero que algún día aprendan y se les quite lo culero.

Adiós, hijos de su pinche madre (literal),

Tía Dolorcitas


Puedes encontrar más cuentos en este volumen:

Grab my pussy! Cuentos eróticos y algunos relatos de sexo explícito

De la ingeniosa y polémica escritora Mónica Soto Icaza, autora del Best Seller Tacones en el armario, llega Grab my pussy!, cuentos eróticos y algunos relatos de sexo explícito. En este libro la autora rescata el lado sensorial, irreverente y jovial del sexo. Los cuentos de Grab my pussy! son provocadores de humedad y carcajadas. En textos breves e intensos los lectores entrarán en una dimensión de hallazgos y auto descubrimiento que les dejarán un delicioso sabor de boca. Al nadar por estas páginas el reto será que ambas manos permanezcan en el papel…

190,00 MXN

Cicatrices. Una disertación sobre el desamor. #relato

Me vacié de casa. Empecé por los libros, la computadora; llené tres bolsas con mis vestidos y una valija con rencores añejos. Abrí cajones. De ellos separé la basura de las memorias, y convertí en desechos algunos de esos recuerdos.

Cuando eres feliz en un sitio esas paredes absorben partículas de tus fragmentos, hasta que te derrumbas y en la reconstrucción ya no puedes precisar quién posee a quién.

Todas las historias de amor son dignas de contar. No importa si conociste al sujeto de tu afecto por medio de una coincidencia épica, si fue amor a primera vista o un golpe de suerte, cada vuelta de tuerca, revolución o circunvolución para que dos personas se encuentren modifica para siempre el devenir del mundo.

Pero aún más dignas de contar son las historias de desamor: en ellas habitan las cicatrices —únicas, indivisibles y legendarias— que hablarán por nosotros en la mesa de autopsias, como el mapa infalible de cada existencia.

El camino del libro: de la creación a las manos del lector #noficción

Mi conducta de lector, tanto en mi juventud como en la actualidad, es profundamente humilde. Es decir, te va a parecer quizá ingenuo y tonto, pero cuando yo abro un libro lo abro como puedo abrir un paquete de chocolate, o entrar en el cine, o llegar por primera vez a la cama de una mujer que deseo; es decir, es una sensación de esperanza, de felicidad anticipada, de que todo va a ser bello, de que todo va a ser hermoso.

Julio Cortázar

 

Los libros son tan únicos como los seres humanos. El escritor argentino Jorge Luis Borges escribió: “de todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”. La riqueza literaria es aún mayor, una persona puede escribir varios libros y multiplicar pensamientos.

El principio de todo es una ocurrencia. Un día, estás inocentemente caminando por la calle, en la fila del banco, trabajando en tu oficina o teniendo un descanso reparador sobre tu cama y, de pronto, aparece la idea. Primero, tal vez, te mire tímida desde el rabillo del ojo, pero conforme le inspiras confianza, se va mostrando entera, hasta que toma posesión de tu ser durante semanas, meses e incluso años.

Convives con ella y juntos crean alquimia, convierten las palabras en combinaciones únicas; en ocasiones se odian, a veces se aman, pero no pueden abandonarse. Así, un día tras otro, con una fidelidad sin precedentes, inseparables, llegan a la meta: un texto que merece compartirse.

No hay un proceso creativo igual a otro. Algunos esperan a la caprichosa inspiración, otros la persiguen con trabajo constante, y otros creen que nacieron con ese talento. Pero, sin duda, ser un buen lector es importante para convertirse en un buen escritor.

Aquel texto que ya existe, fruto del idilio entre el escritor y las palabras, necesita entonces un acta de nacimiento que precise quién es su padre o madre intelectual. Es momento de pasar del trabajo creativo al mundano; se visita la oficina de registro de obra (Instituto Nacional del Derecho de Autor), para proteger al recién nacido de quienes pretendieran apropiarse de su origen.

Ya con el texto bajo un brazo y el certificado de registro bajo el otro, el escritor busca alternativas de publicación. La elección del editor es compleja y delicada: como será una relación estrecha y a largo plazo, ambos deben conocerse para saber si pueden convivir y trabajar de forma fluida y agradable. Así como el editor busca libros que le hagan ganar prestigio y dinero, el autor debe encontrar a quien le ofrezca el mejor balance entre costo y beneficio para potenciar al máximo los recursos que ya ha invertido en su producción.

Después de tocar puertas y entrar volando por algunas ventanas, ¡al fin! El escritor conoce al editor perfecto, quien lo invita a su casa editorial para platicar sobre las condiciones de la unión. Viene la lectura del contrato y la comprensión de todos los puntos que incluye: es una póliza de seguro para un futuro sonriente. Negociación. Firma. Apretón de manos.

Las letras transmutan en mercancía, en conceptos como edición y corrección de estilo. Primero, los archivos pasan a la pantalla del editor experto, quien ajusta la anécdota de ser necesario, retoca los personajes, revisa la temporalidad, pule todo lo posible para sacarle al texto las mejores formas (edición de contenido). Después, el libro brinca a los ojos de un profesional del idioma para transformarse en pulcritud de ortografía y sintaxis (edición técnica). Profesionales y escritor trabajan juntos. El objetivo: que ideas y anécdotas conserven fidelidad al original, sin errores.

El texto, perfumado como para una cena de gala, va al departamento de diseño. Ahí, junto con el editor y en ocasiones el autor, se encargan de construir el rostro que mejor hable de acuerdo con lo que el libro quiere compartir; se hacen pruebas, lluvia de ideas, propuestas y, después de considerar a los lectores, a los miles de libros en las librerías y de soñar con romper las expectativas de ventas, se define la portada con la que todos lo conocerán a partir de ese momento; también se forman las páginas interiores.

Estas tareas se llevan a cabo conforme el estilo de la editorial y la imagen de la colección en la que el texto se publicará; es importante precisar que hay diferentes tamaños de libros: de bolsillo [11×17 centímetros], tamaño trade[16×23 centímetros], media carta [14×21], y muchos más.

El libro, ya peinado para la ocasión, se convierte en archivos digitales impresos y aparece en escena el corrector de pruebas, encargado de revisar con lupa palabra por palabra, línea por línea, párrafo por párrafo, página por página. Sobre este personaje recae una gran responsabilidad, es el último en poder registrar correcciones antes de imprimir.

El corrector de pruebas busca errores de dedi y de hortografía, que no falen letras, incluso que el tipo y tamaño de letra sean uniformes; también revisa formato, márgenes, gráficas, líneas, fotografías e ilustraciones. En pocas palabras, cuida que todos los involucrados no se hayan equivocado.

El libro pasa entonces a los talleres de impresión, donde tintas y papel danzarán bajo manos expertas para convertir las ideas y el trabajo en grandes pliegos de colores que serán doblados y encuadernados (hay encuadernado rústico [cosido y pegado, o sólo pegado, con pasta blanda] y encuadernado en pasta dura [también se llama cartoné]).

La impresión es uno de los pasos más delicados porque cualquier error puede costar mucho tiempo, dinero y esfuerzo (y por qué no decirlo, también algunos empleos).

Mientras el libro está en proceso de materialización, empieza a funcionar el plan de mercadotecnia en los medios de comunicación tradicionales y digitales considerados en el presupuesto. La editorial, mediante el departamento de mercadotecnia y ventas trabajan para hacer la mayor difusión posible. Llega un nuevo libro y los lectores tienen que saberlo.

Cualquier hora de cualquier día es maravillosa para recibir LA llamada con la noticia que el escritor espera durante meses: al fin puede tener en sus manos el resultado de tanto esfuerzo y tantas ilusiones. Al fin puede hojear y percibir sus propias palabras en el aroma del papel y la tinta volcadas en libro.

Con esta aparición comienza otra etapa de la aventura. Se lleva a cabo una presentación: en alguna librería, biblioteca, centro cultural u otros lugares como tiendas, cafeterías, cantinas y restaurantes, según los límites de la creatividad y de las normas editoriales. La presentación es como la fiesta de XV años en la que el libro se lanza a la sociedad y los medios de comunicación son convocados.

A partir de cada presentación, el libro se convierte en moneda al aire con posibilidades infinitas. Llega a las mesas de novedades de las librerías, se convierte en protagonista de conversaciones, críticas y situaciones sorprendentes, propicia innumerables entrevistas a los autores y un sinfín de actividades.

La única manera de saberlo es iniciar la aventura y esperar a que suceda la magia…

 


  • Este texto forma parte de mi ensayo Libera tus libros: el arte de hacer y vender libros en México (2017). Si te interesa el libro completo puedes adquirirlo en físico (y dedicado) aquí:

Libera tus libros

¿Quién no ha pensado alguna vez escribir un libro?, ¿quién no ha soñado con publicar lo que ha escrito?, ¿quién no ha querido contarle algo al mundo? Libera tus libros es resultado de más de 15 años de trabajo en el mundo editorial mexicano. No es una autobiografía: constituye un manual con información, datos reales, golpes de suerte y paracaídas escrito en forma clara y concreta sobre todo lo relacionado con el mundo de los libros en este peculiar país. En estas páginas encontrarás desde los momentos que han transformado la historia del libro hasta recomendaciones legales para la firma de un contrato; temas como el funcionamiento de los diferentes tipos de editoriales, la forma en que ciertos libros se convierten en best sellers, pasando por los tipos de libros y las alternativas de publicación que han traído las nuevas tecnologías, entre otros asuntos de interés.

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