¿A imagen y semejanza? #cuento #ficción

Querido Dios. Qué digo querido: amado Diosito. Qué digo amado Diosito: adorado, omnipresente, idolatrado, omnipotente Diosesón:

Te doy gracias por el orgasmo nuestro de cada día. Estoy acostada en mi cama, la cabeza recargada en la almohada, las piernas abiertas, el abdomen en estado de incredulidad por lo que dos dedos pueden provocar en el cuerpo, desde la parte baja del vientre hasta todas sus esquinas, bordes y extremos.

Lo que siento es asombro. Qué sabio y maravilloso eres, ¡oh, rey de los Cielos!, que nos hiciste seres con capacidad de abstracción y potencia imaginativa, la misma que formó en mi mente la imagen de esas dos chicas besándose la lengua, los dientes, las puntas de los pezones, que hicieron gloriosa esta mañana.

Gracias por los recuerdos disfrazados de fantasías. Ruega por los hombres que me han penetrado, por las veces que los besos me han hecho adicta a los clímax. Te doy gracias por las inmensas posibilidades del sexo, por los labios, la vulva, las tetas, las corvas.

Si los seres humanos estamos hechos a tu imagen y semejanza, y me colocaste en la entrepierna el único órgano con la función de experimentar placer, entonces no dudo que todos estos años las personas hayamos vivido en el engaño y tú eres una mujer.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.

Oda a las canas #reflexión #noficción

Los 40 son la nueva adolescencia. Lo afirmo con la contundencia de mi tránsito por los últimos meses rumbo al inicio de la quinta década de mi vida. Como cuando te cambia la voz o empiezas a detectar que comienzan a crecer delicados vellos donde antes todo era piel tersa, de pronto al peinarte descubres un grueso pelo blanco en el copete, en franca rebeldía a la textura, el color y la dirección de los demás, o al tomarte una selfie en picada con bikini te das cuenta que hay un exceso de carne alrededor del ombligo, y ya no desaparece con cien abdominales, como antes.

A los 40 vuelves a cuestionarte todo, con la ventaja de que ahora sí te has equivocado tanto que si no tienes certeza de qué quieres, por lo menos sabes qué es lo que no estás dispuesta a tolerar; como en la adolescencia, caes en la cuenta de que necesitas comerte al mundo, pero ahora con la certidumbre de que, por estadística, probablemente estás en la mitad del camino (la esperanza de vida en México es de 75.5 años según el INEGI –dato de 2018–), así que vuelve esa urgencia por probar, aventurarte, por serle fiel a esa idea de que “más vale arrepentirte de lo que hiciste, que de lo que dejaste de hacer”.

Pero lo mejor de los 40 es esta sensación de libertad, de haber dejado atrás los dolores viejos o los enconos rancios; esta facilidad con la que abrazas incluso hasta a quienes te hicieron daño en algún momento. A esta edad las hormonas siguen haciéndote bullying, pero como ya conoces su potencial de destrucción, has aprendido a negociar con ellas, y también, por qué no, a gozar de las crestas y derrumbes que juegan con tu estado de ánimo continuamente.

Así es como día a día celebro la aparición de otra cana o de una sonrisa más pronunciada al costado de los ojos, y me regocijo en el ejemplo de las mujeres que abrazan con alegría las transformaciones de su cuerpo, pero sobre todo, la plenitud de su espíritu, con el candor adolescente, pero la sabiduría del paso del tiempo.

Sí. Es maravilloso crecer.

Lo que he desaprendido con esta nueva vida

Hace tres años deconstruí mi vida.

En la tarea de volver a armarme tuve que hacer un análisis muy profundo de todos aquellos aspectos de mi educación que ya no me servirían, aspectos tan profundos que tuve que conocer los límites de mi interior para hacerlos conscientes y conseguir una transformación profunda.

Hoy quiero compartirlos contigo, porque cuando la vida ya no fluye, cuando ya no funcionan las rutinas, las antiguas creencias, es necesario desaprenderlas para dar lugar a luces nuevas, a un camino distinto que te llevará a lugares insospechados, pero diferentes y te moverán hacia un sitio mejor.

Lo principal que he desaprendido hasta este momento es:

  1. No puedes hacer lo que se te dé la gana. ¡Claro que puedes! No quiere decir que no tengas obligaciones, quiere decir que lo que haces es una convicción, y las convicciones nacen de los objetivos claros. La persona que vive la vida dentro de tu piel eres tú, sólo tú.
  2. No existe la libertad. Se puede ser libre y estar acompañado, tener una pareja igual de libre que tú. Dos personas satisfechas con su vida construyen una relación feliz, que es campo fértil para crecer y crear.
  3. Las obligaciones implican sacrificio. La idea del sacrificio es victimista y provoca que haya una dosis de sufrimiento en lo que hacemos, cuando en realidad todo es cuestión de la actitud que tomes ante el trabajo, la rutina diaria, los hijos, la pareja: la cotidianidad. Si la vida es una consecución ininterrumpida de días que son prácticamente iguales, hay que hacer lo que uno ama y gozar el tiempo en el aquí y el ahora.
  4. Si eres una mujer inteligente y decidida, los hombres te van a tener miedo. Es simple: una mujer inteligente y decidida tiene la pareja que quiere, y esa pareja valora la importancia de las ideas y decisiones tuyas, porque valora las suyas.
  5. Finge demencia y hazte la inútil para que tu pareja sienta que sí lo necesitas. Esta es otra de las caras del victimismo, culpable de que nuestro amor propio sea relativo, así como relativa se vuelve nuestra relación. El victimismo es una enfermedad muy arraigada en nuestra cultura, muy sencilla de adoptar porque así nada de lo que hacemos resulta ser nuestra responsabilidad. Pero ser la víctima te quita la oportunidad de elegir con libertad. Alguien que se queja de todo, pero no toma acción sobre lo que le sucede, sencillamente deja que la consecución de días y noches suceda en su paso por la vida, sin ser un agente de transformación ni propio ni para los demás. Y tu vida, con todos los segundos que contiene, es sólo tuya.

Cuando eres una mujer libre, que ha decidido construir y transitar su propio camino, encontrarás la mayor resistencia en las personas que se han acostumbrado a una felicidad mediocre, y por eso ven como enemigas a quienes sí tienen la valentía de elegir cómo y con quién quieren vivir.

Tú no te conformes con menos de lo que deseas.

Mónica

Somos las insaciables #8deMarzo

Somos las insaciables

las que caminan por los bordes

las que desgarran etiquetas

las que con una sonrisa conquistan universos.

 

 

Somos las hechiceras

las que conjuran en los orgasmos

las que son capaces de abandonarlo todo

para ser fieles a sí mismas.

 

Somos las alquimistas

las que tejen el dolor con los dedos

las creadoras de remembranzas

las que adivinan los días por venir.

 

Somos las aventureras

las que bailan descalzas

las que corren como niñas bajo la lluvia

y se atreven a saltar en las fronteras.

 

Somos las valientes

las que nombran todo por su nombre

las que hablan en voz alta

las que incomodan porque transparentan la verdad.

 

Somos las que caminan erguidas

las que pisan con fuerza

las sin dudas

las tan nuestras

las que transforman el fragmento de historia

que les tocó vivir.

 

 

Somos las insaciables. Mónica Soto Icaza