Grab my happiness!

Dicen que hay dos momentos más importantes en la vida de todo ser humano: cuando naces y cuando descubres para qué.

Antier, martes 14 de noviembre de 2017, entre dos y cuatro y media de la tarde, recibí uno de esos regalos que te otorgan épocas determinadas, experiencias que te marcan, que imponen de manera dulce una huella indeleble en tu transitar por los días.

Llegué, café en mano, al auditorio de la Facultad de Ciencias de la Conducta (mejor conocida como FaCiCo) de la Universidad Autónoma del Estado de México a las dos de la tarde en punto. Al pie del proscenio se encontraba un grupo de jóvenes, hombres y mujeres, cuya sonrisa se hizo pronunciada al escuchar el sonido de mis tacones bajar por la escalera.

Caminé por el pasillo entre las butacas, saludando a quienes ya se encontraban ahí, me dirigí a la mesa con tres sillas que se encontraba al frente y tomé mi sitio al centro. Junto a mí, del lado derecho, se sentó María Fernanda, de la licenciatura en Educación y del lado izquierdo, Fernando, de la licenciatura en Psicología.

Hablando en FaCiCo

He presentado libros desde hace muchos años en foros diversos, algunos tradicionales, como casas de cultura y bibliotecas, otros extraños, como tiendas temáticas o cantinas, incluso ya había estado antes en ese mismo auditorio… pero lo que sucedió ayer en la tarde fue único: los alumnos se organizaron para que los acompañara, me buscaron a través de las redes sociales, gestionando ellos mismos el proceso para que yo estuviera ahí, desafiando a algunos maestros y otras personas sólo para escucharme hablar de mi nuevo libro, “Grab my pussy!” y poder platicar conmigo.

No me alcanzan las palabras para describir la gratitud que sentí, la energía que me contagiaron, la esperanza, la sensación de saberme afortunada por el hecho de estar ahí.

Para una autora independiente, que lleva toda su vida profesional (y un poco más) luchando por escribir, por dar a conocer su trabajo, seducir a nuevos lectores para la poesía peleándose con propios y extraños, defendiendo ideales, buscando caminos y atreviéndose a romper todas las reglas, escuchar a Fernanda y Fernando hablar sobre mi trabajo, ver desde mi silla en el público las cabezas que asentían, las bocas con sonrisas o haciendo comentarios, el brillo en los ojos; escuchar las preguntas, ser testigo de las reacciones, fue ir de asombro en asombro, de deleite en deleite, de la incredulidad al gozo absoluto.

Antier un grupo de jóvenes me recordó el “para qué” de mi existencia. Antier un grupo de jóvenes me regaló una renovada certeza de que el cansancio que siento y el defender las convicciones con mi vida ha valido la pena.

Sé que la próxima vez que esté a punto de darme por vencida evocaré ese martes 14 de noviembre de 2017, de catorce a dieciséis treinta horas, y seguiré adelante.

Moni sonríe en la FaCiCo